Espacio Pscodinámico
Dra. Anna Giulia Caputi, psicóloga-psicoterapeuta
Espacio Pscodinamico es la columma especializada del periódico digital italodominicano.tv autoria de la Dra. Anna Giulia Caputi, psicóloga-psicoterapeuta, ex presidenta de la A.S.P. – Asociación de Estudios Psicológicos con sede en Roma y revista del mismo nombre (de 1983 a 2020). Entre sus publicaciones: "La Fuerza Oscura, El dinamismo del inconsciente personal y colectivo" - "El Eco de la Memoria, Renacimiento y Reencarnación" - "Cristo Símbolo del SE, La evolución psíquica y espiritual de la conciencia humana". Mai.: annagiuliacaputi@gmail.com
PATRIMONIO TRANSGENERACIONAL
Diversos autores hablan de una transmisión psíquica inconsciente entre generaciones que conduce a repeticiones de experiencias transgeneracionales, casi como si se tratara de una alianza inconsciente, un vínculo invisible de lealtad.
Sigmund Freud en “El hombre Moisés y la religión monoteísta” (págs. 419-420) habla de la psique colectiva al afirmar: “La herencia arcaica de los hombres no sólo abarca disposiciones, sino también contenidos, huellas mnémicas de lo experimentado por personas anteriores. generaciones…. Si los procesos psíquicos no continuaran en la siguiente generación, cada generación tendría que adquirir su propia actitud hacia la existencia desde cero y no habría progreso y esencialmente ninguna evolución en este campo".
Carl Gustav Jung a su vez aclara su “inconsciente colectivo” encontrando cierta sincronicidad con el pensamiento de Freud ya que existe una actividad inconsciente que ha transmitido las experiencias humanas desde tiempos inmemoriales, independientemente de cualquier represión y experiencia personal.
Hay símbolos eternos como imágenes religiosas y mitos que no han perdido su importancia. Y es gracias a Jung, M. Klein, E. Newman, F. Montecchi y otros autores que los reevaluaron y crearon una conexión entre el hombre primitivo y el hombre moderno. Encontramos frecuentemente esta conexión en algunos sueños que sugieren el análisis de un detalle, aún desconocido, que retiene al paciente y no lo libera aunque su presente haya sido clarificado y elaborado. El núcleo arcaico representa ese fantasma “impensable” que sigue actuando de generación en generación. Esta es la herencia psíquica entre padres e hijos, por lo que a menudo se confía a la nueva generación la tarea de resolver problemas inconscientes originales.
Anne Ancelin Schutzenberger en “El síndrome de los antepasados” habla de transmisiones “intergeneracionales” y “transgeneracionales”. Los primeros se expresan a través de hábitos familiares, formas de ser, elecciones laborales, lealtades familiares inconscientes; los otros, los transgeneracionales, "no se hacen explícitos, son secretos, no dichos, cosas que se callan, se ocultan, a veces se prohíben incluso al pensamiento y que se transmiten a la descendencia sin ser pensadas y metabolizadas".
Lo transgeneracional nos empuja a descubrir aquellos secretos que, una vez revelados, son providenciales porque pueden hacer desaparecer afectos ligados a traumas existenciales.
La pregunta que podemos hacernos es: ¿cómo es posible vivir la transmisión generacional? Schutzenberger dice que: “Según la expresión de Nicholas Abraham y Maria Torok, los descendientes de quien esconde una cripta en su interior serían perseguidos por aquellos huecos que en nosotros dejan los secretos de los demás. Es este no dicho, subrayado sin embargo por el silencio y la evasión, lo que habla y actúa"
(ibídem, página 61)
18-07-2024
Autora. Dra. Anna Giulia Caputti
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LA PERSONALIDAD PARANOICA
La paranoia es una patología grave para el individuo porque provoca un gran sufrimiento. Hace que quien la padece desconfíe y recele de los demás, con delirios de persecución y miedo a ser dañado tanto por sus familiares como por el contexto social. La desconfianza, la inseguridad, el orgullo, el fanatismo, los prejuicios, el delirio de los celos, de la grandeza, son todas manifestaciones de un delirio lúcido en evolución crónica que no dan paz, incluso si el control de la realidad permanece parcialmente intacto.
Los trastornos mentales son diferentes de los trastornos clínicos. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales define la paranoia como un trastorno de la personalidad, es decir, una modalidad psíquica y conductual interna particular que difiere notablemente de las expectativas de la cultura del individuo” (1). Este trastorno no puede examinarse en el período adolescente, lleno de contradicciones emocionales, sino sólo si se manifiesta en la edad adulta.
Por el contrario, en psicoanálisis la paranoia es el resultado de una proyección masiva que puede comenzar muy temprano en la vida de un individuo. Sigmund Freud afirma que, si bien considera la proyección como una reacción arcaica y primitiva del ser humano, es sin embargo la razón de algunas fenomenologías psicopatológicas, en particular la paranoia. El mecanismo de la proyección paranoica consiste en desplazar los propios sentimientos o características negativas hacia otros objetos o personas, que son moralmente inaceptables y considerados peligrosos tanto para la salud física como psicológica (la esfera cognitiva, afectiva e interpersonal).
El psicoanalista junguiano Luigi Zoja en su texto "La Paranoia" (2) afirma que una deficiencia afectiva en la primera infancia es la base de este trastorno que genera fragilidad emocional y falta de autoestima. A este sufrimiento el sujeto trata psicológicamente de encontrarle una motivación externa, un furor persecutorio que le hace sentirse perseguido y por ello debe estar constantemente a la defensiva.
Para Melaine Klein, otra analista junguiana, el mecanismo de proyección se utiliza sin duda como una defensa primitiva en la infancia pero posteriormente, en la dinámica evolutiva, se debe desarrollar ese sentido de confianza hacia los demás. Si este equilibrio relacional no se produce en los años siguientes, el individuo quedará condicionado y afectado psicológicamente hasta el punto de desarrollar una personalidad paranoica, con una angustia tan fuerte que teme por su propia supervivencia.
Tenemos ejemplos sorprendentes en la práctica terapéutica, donde este trastorno paranoico a menudo está enmascarado por la adicción, por un superyó dominante, por sentimientos de culpa, indignidad, depresión y dinámicas introyectivas y proyectivas.
La terapia relativa es muy dura tanto para el paciente como para el terapeuta, que debe estar continuamente atento al mecanismo (que también puede proyectarse sobre él) y contener la angustia relativa. Es cierto que en estos sujetos hay una cualidad psíquica particular, pero los acontecimientos personales y familiares también pueden estimular la evolución de la enfermedad.
Bibliografía:
1DSM-5, APA 2014
2 Zoja L., La Paranoia, Bollati Boringhieri, Turín, 2011
01-07-2024
Autora. Dra. Anna Giulia Caputti
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Fotografia di Rita Valenzuela
LA NATURALEZA ITINERANTE DE LA EXPERIENCIA HUMANA
La toma de conciencia inicial de nuestra conciencia es la percepción de una peregrinación iniciática que comienza en el momento en que sentimos la caída del paraíso, es decir, de ese mundo vivido de manera simbiótica con la propia madre.
Y aquí mismo empezamos a escribir nuestra historia individual porque lo que tenemos ante nosotros es luz y sombra al mismo tiempo. Al principio nuestros pasos son inciertos y confusos, buscan apoyo y quieren, al mismo tiempo, libertad. Una libertad que comienza a sentir el esfuerzo entre descubrir la propia autenticidad y adherirse al mundo real en el que se vive.
En este contexto, es sobre los padres, con razón o sin ella, sobre quienes se proyectan las expectativas y las decepciones. Tenemos la sensación de que nuestra existencia está regida por otros que nos encadenan emocional, afectiva, racionalmente. Nuestro camino por los caminos de la vida experimenta así momentos de incertidumbre, de debilidad, de resentimiento, de desesperación, de naufragio.
El periodo de la adolescencia es sintomático de esos sentimientos de amor-odio hacia los demás
aflicciones más queridas que pueden formar fluidez interna y comenzar a atarnos de forma más o menos patológica.
Es así como el camino itinerante hacia el propio "proceso de identificación" no ahorra angustias, no anula ese caos interno que reclama el sentido de la vida.
Los "vagabundos del alma", como los llama Hcsse, conocen la labilidad entre naturaleza y espíritu, entre eros y logos. Esta laceración interna, de la que ningún ser humano se salva, es el mundo de la Sombra del que habla Jung. Un mundo al que hay que descender para enderezar el camino.
Sólo quienes hacen este proceso entienden su "Esseidad" y regresan después de mucho tiempo.
circunnavegación hacia esa relación primaria, la relación paternal, para ir más allá. Es aquí donde comienza a comprender que, más allá de los errores de los demás, existía una falta de responsabilidad hacia sí mismo. Esta conciencia es un acto de verdad y humildad. ¡Pero es tan difícil!
Este es un momento terapéutico muy importante que toca el alma tanto del paciente como del terapeuta quien, finalmente, comienza a ver el develamiento del ego por parte del otro. Es la iluminación de uno mismo, es el reconocimiento de la libertad y de la responsabilidad de las propias elecciones, de los propios valores. Esto puede suceder a cualquier edad.
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. H. Hesse, Las estaciones de la vida, Monadori 1996 pág. 34
2. A.Carotenuto, El Ecc/issi de la mirada, Bompiani, Milán 1997
3. H. Hesse, ibídem, pág. 153
4. S. Freud, Opere 1905/1921, Newton, Milán 1992
5. C.GJung, El hombre y sus símbolos, Teadue, Milán 1999
INTERACCIONISMO SIMBÓLICO E INTEGRACIÓN PSICOLÓGICA DE LA INMIGRACIÓN
GH. Mead fue el primero en acuñar el término "interaccionismo simbólico" alrededor de la década de 1930. Con esta teoría creía que la realidad social era resultado de la interpretación y atribución de símbolos que se crearon desde las primeras relaciones entre los seres humanos.
De hecho, Mead en "Mind, Self and Society" subrayó la importancia del Yo social en la percepción e interpretación de la realidad, ya que en el proceso de comunicación el Yo subjetivo se relaciona con el otro generalizado (la sociedad con sus abuelas) manteniendo el propio. individualidad.
Una experiencia social que surge del encuentro con otros queda así impresa en la mente: de ahí la interacción tanto interna como externa. Y es precisamente esta interacción la que se convierte en el instrumento a través del cual la realidad adquiere significado.
Un significado que se vuelve más amplio cuando la realidad no incluye sólo un grupo constituido geográficamente, es decir, una realidad social compuesta por individuos que viven en un mismo territorio, que tiene sus propias fronteras, con su propia cultura, lengua, reglas y comportamientos, pero cuando en ello se insertan realidades diferentes, como las vinculadas al fenómeno de la inmigración.
Este fenómeno provoca inevitablemente cambios generalizados bastante significativos tanto desde el punto de vista social como psicológico, ya que el encuentro con individuos que provienen de contextos étnicos, sociales, culturales y psicológicos muy diferentes activa una serie de mecanismos de tipo predominantemente defensivo: el otro es el diferencia que no se conoce, que modifica el equilibrio previamente alcanzado y que por tanto se vive como amenazante.
Así, ciertos problemas de "algunos" inmigrantes, como el fenómeno de la inadaptación y la delincuencia, toman la forma de fantasmas gigantes que dificultan aún más la aceptación y la inclusión social.
Así, la respuesta emocional que surge de la apertura de las fronteras políticas es clara, ya que pareciera que la naturaleza misma de la nación sufre al verse abrumada en su identidad social e individual.
Las reacciones resultantes son, por tanto, una forma de defensa psicológica frente a una ansiedad racional e inconsciente que exige una adaptación forzada del inmigrante, so pena de ser castigado.
guetización. Y es psicológicamente fuerte que, mientras por un lado se afirma que todos somos seres humanos, por otro lo que es diferente a nosotros (en cultura, color, idioma) se considera peligroso, amenazante para nuestra integridad: lo no-humano. El ciudadano de la UE es visto como un vándalo que quiere apoderarse de nuestras raíces y subyugarnos.
Todo esto contribuye a activar una negación real respecto de una nueva realidad que debe ser reconocida, aceptada y elaborada porque el encuentro entre diferentes culturas, tanto del país que emigra como del que acoge, es sin duda un encuentro de diferencias inevitables. pero esto no significa que no puedan integrarse.
Se tiene poco en cuenta el hecho de que incluso los inmigrantes, que han tenido que afrontar varias pruebas peligrosas, que han abandonado a sus seres queridos, que a menudo se sienten explotados y perseguidos por el país de acogida, que tienen que adaptarse a una cultura desconocida, tienen la posibilidad de mismas ansiedades y miedos. ¡Cuánto pagan cuando uno de ellos comete un acto criminal!
Y tienen que trabajar duro para encajar en la nueva realidad con un clima, leyes, métodos de relación, comunicación gestual y lingüística diferentes. La cuestión del lenguaje es sin duda un gran problema porque genera dificultades de comunicación y expresión que requieren tiempo y que conllevan el riesgo de cierre dentro del propio grupo.
La población italiana tiene una memoria histórica y psicológica a este respecto, ya que ella misma era una población de emigrantes y esta experiencia puede permitirle comprender el fenómeno que ahora nos ve en el lado opuesto. Nuestros antepasados también sufrieron la guetización inicial, la distancia de sus seres queridos, las penurias físicas y psicológicas que tuvieron que afrontar no sólo por sí mismos sino también por el arduo compromiso de tener que sustentar la supervivencia de la familia desde lejos. familia abandonada.
El fenómeno migratorio nos devuelve a la aplicación de la teoría de Mead que se abre desde el interaccionismo de una realidad a la integración entre los pueblos. Desde un punto de vista psicológico, la sociedad que recibe inmigrantes se encuentra teniendo que lidiar consigo misma, con su propia madurez, con la capacidad de realizar cambios en sí misma a través de una adaptación mutua que presta atención a las diferencias, y luego reflexiona sobre las similitudes y alcanzar una ósmosis cultural y psicológica que permita encontrar un equilibrio interno entre ambas realidades.
A nivel político todavía hay mucha confusión respecto a la gestión de los inmigrantes en cuanto a control y regularización.
Además, el fenómeno de la inmigración exige que todas las profesiones clínicas y educativas se abran a nuevos conceptos de salud, relaciones generacionales e intervención educativa y psicosocial.
El inmigrante tiende a mantener modelos tradicionales que psicológicamente implican mantener vínculos profundos con su realidad original. Pero determinadas prácticas médicas son a menudo una fuente de riesgos tanto para quienes participan como para la población de acogida.
Desde hace un tiempo se constata la presencia de adolescentes y jóvenes inmigrantes en instituciones de reeducación y servicios sociales donde el psicólogo clínico no sólo analiza el recorrido individual que ha constituido la identidad negativa, dada por la conducta desviada, sino que también debe tener la capacidad de comprender todo un sistema constituido que va desde las propias representaciones y afectos a las diversas identificaciones del grupo desviado, a la percepción de los problemas de crecimiento y desarrollo, a la búsqueda de identidad y superación personal en la nueva sociedad.
El evento migratorio involucra grupos y raíces familiares extensas de las que el sujeto se separa por diferentes motivos (guerras, pobreza, epidemias) y por lo tanto es traumático en sí mismo y forma parte de una experiencia ya altamente dolorosa. Todo esto puede provocar inadaptación social, provocar conductas delictivas y trastornos mentales. Y es reduccionista diagnosticar todo esto sólo como una "patología del desarraigo".
Otro aspecto muy triste es el de haber destacado que en la adopción de niños, tanto italianos como procedentes de países extracomunitarios, algunas familias adoptivas activan a menudo mecanismos de eliminación masiva de la historia familiar y social del niño, como si su vida comenzara en su casa, sin considerar cómo estos mecanismos de negación de una parte significativa de su historia producen un vacío psicológico que puede provocar fenómenos desadaptativos con el tiempo.
Conocí personalmente a un chico italiano que descubrió por casualidad siendo un extraño, a los dieciocho años, que había sido adoptado. Su reacción fue desastrosa: la agresión expresada hacia sus padres adoptivos, que lo adoraban, significó que los destruyó económica y psicológicamente hasta su muerte, y luego él también quedó reducido a una larva humana subyugada por las drogas.
Y otra chica, procedente de un país extranjero, que sólo conoció la verdad de sus padres adoptivos a los diecisiete años y que se desmoronó psicológicamente al abandonar sus estudios, que continuó con provecho, bajo el impulso incontenible y ahora maníaco de descubrir la verdad. sus orígenes en una tierra lejana.
¡Es extraño que sean los padres adoptivos los que se sientan traicionados!
Volviendo al fenómeno de la inmigración, la psicología clínica debe implementar su auténtico papel en el tipo de comunicación y reconocimiento de las dinámicas profundas que existen no sólo en los inmigrantes sino también en la sociedad que los recibe. Dinámicas que pueden escapar a enfoques más objetivos y racionales.
NOTAS BIBLIOGRAFICAS L Jaques E. (1955) "Los sistemas sociales como defensa contra la ansiedad depresiva y la ansiedad de persecución" en Klein, Heimann, Money Kyle en "Nuevas formas de psicoanálisis" Il Saggiatore Milán 1966 2. Rizzi P. Ghilardi A. (1995) "Aspectos de la integración en Italia: la contribución de la Psicología Clínica para una reflexión sobre las diferencias y la búsqueda de la integración" en Conferencia "El migrante en Italia: problemas sanitarios y nutricionales y psicosociales " Universidad de Brescia, Facultad de Medicina y Cirugía, Brescia, 8 de abril de 1995.
01-05-2024
Autora. Dra. Anna Giulia Caputti
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01-06-2024
Autora. Dra. Anna Giulia Caputti
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